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¿Será que soy lesbiana?

Actualmente soy una mujer separada, que quiere disfrutar de este mundo sin seguir agachando la cabeza a nadie.


Después de mi divorcio, un viejo sentimiento ha vuelto a rondar en mi cabeza y cuando veo una mujer hermosa en la calle se me acelera el corazón y constante me pregunto

¿cuándo fue que empecé a interesarme por personas de mí mismo sexo?


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Creo que todo comenzó hace unos 9 años cuando tuve un encuentro con una mujer en la clínica donde trabaja.


Era fin de semana, me tocaba el turno de la noche y los martes como no llegan tantos pacientes estaba sola en la sala de emergencias. En la madrugada ya somnolienta por no tener nada que hacer me despertó el sonido de la sirena de la ambulancia.


Acaba de llegar una paciente con fractura de tobillo, mientras le tomaba los signos vitales y le hacía las preguntas de rigor, me noté extraña, incapaz de dejar de mirarla.


Era una mujer hermosa, más alta que yo, con el cabello recogido un poco desordenado color chocolate, ojos marrones, labios gruesos, nariz perfilada. Su piel color canela y al examinar note sus piernas bien trabajadas y un culazo duro y paradito que me hizo morderme los labios inconscientemente. Llevaba puesto el uniforme de policía, que para nada le restaba curvas a su figura y por el contrario realzaba sus senos grandes paraditos. Por la forma en que respondía a los hombres de la ambulancia se notaba que tenía un carácter fuerte, de esos que no acepta un no por respuesta.


La atendí como cualquier paciente, medí los signos vitales, agarré la vía para pasarle sus respectivos medicamentos. Nunca me quito la mirada, una mirada que me intimidaba y una risita fuera de lo normal para alguien con un tobillo de ese tamaño. Me decía que estaba muy agradecida conmigo por ser tan gentil, me colocó una mano en el brazo y me tocó disimular lo nerviosa que me ponía. Traté de disimular tanto como pude y continuar con mi trabajo.


Al terminar mi turno, pase a ver como estaba y al fin se había dormido por los medicamentos. Me acerqué para cubrirla bien con la manta y el corazón se me quería salir. No entendía qué me pasaba. No me la pude sacar de la cabeza todo el trayecto a casa.


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Al día siguiente llegué más temprano a mi turno. No sabía porque tenía tantas ganas de verla. Recibí la guardia como siempre, verifiqué la pizarra de operaciones y efectivamente estaba ella pautada en la primera hora, con una sonrisa en el rostro preparé todo para su traslado: la bata de quirófano, medicamentos que le correspondía y una vía por si acaso se le había dañado.

Cuando llegué a su habitación, me detuve antes, di un respiro y toqué esperando alguna señal.


- Pase


Entré a la habitación y ella estaba ahí acostada leyendo un libro, con el cabello suelto que llegaba un poco más abajo de sus senos y una linda sonrisa que terminaba de iluminar mi día.


- Buenos días señora Marianna ¿cómo se encuentra?

- Buenos días preciosa --con entonación fuerte-- ahora que te veo, mejor. Por favor deja de ser tan formal y no me digas señora que no soy tan vieja, dime Marianna nada más o como tú quieras, pero no señora

- Esta bien Marianna la voy a preparar para la operación que está pautada en la primera hora de la mañana

- Ok hermosa está bien, que lindo de tu parte

- Tranquila no se preocupe es mi trabajo como enfermera --dándole una sonrisa--

- Yo sé que estoy en buenas manos --respondió con voz sensual--


Desde que la empecé a acomodar me ponía nerviosa y más de la forma como me veía, y esa risita coqueta que en vez de molestarme extrañamente me gustaba. Cuando termine de vestirla me acerqué para colocar el gorro quirúrgico y vi note que me estaba mirando mucho la boca.


- Tienes unos labios muy bonitos


Toda nerviosa, traté de tragar y comencé a toser al ahogarme con mi propia saliva. Sentía los cachetes rojos y la cara a punto de estallar.


- Gracias --fue lo único que se me ocurrió responder--


Me tomó de la mano, sus caricias suaves y lentas me elevaron el ritmo cardíaco, afortunadamente era ella la que tenía conectada la máquina, sino habría visto ella misma como subía hasta el infinito.


Estaba pasmada, sus ojos clavados en los míos, no era capaz ni de parpadear, los labios me temblaban y veía en cámara como se acercaba a mí y su aliento cálido golpeaba mi rostro. Yo solo miraba sus pupilas dilatarse y pasar su lengua para humedecer sus labios.


- Sería una mal educada si no pregunto antes tu nombre

- ¿Yo? --tragué saliva-- si yo claro --contesté nerviosa-- ehh, mi nombre es Alice


- Alice --lo pronunció mirando mi boca-- que nombre tan hermoso

- Graa...gra... gracias --hasta me temblaban las piernas--

- ¿Alice, me dejarías darte un beso? es que desde ayer que te vi me tienes cautivada con esa sonrisa


Inconscientemente me reí con un poco de vergüenza, provocándola y haciendo que se mordiera los labios.


- Yo... yo no...

- Shhh shhh --jalo mi mano para acercarme-- tranquila que de acá no va a salir, bueno si no quieres


Me acerque despacito un poco asustada, ella abrió su boca para recibirme. Sentí un ruido que me asustó, le quite la mano y me aleje de ella para que nadie nos fuera a ver así. Ella se reía de mí por solapada, no entró nadie y podríamos haber continuado, pero algo dentro de mí me dijo «¿qué estás haciendo?».


No estaba preparada para eso, yo no era ninguna lesbiana, siempre me habían gustado los hombres y además estaba casada. Tomé su historia clínica y sin despedirme salí de la habitación y fui al puesto de enfermería.


- Karen podrías encargarte de la paciente de 216B, es que a mí... --se me pasaba la imagen de su boca por la mente-- a mi... a mí me necesitan en urgencias

- Claro Alice, no hay problema


Salí corriendo a esconderme en el vestidor y darme una ducha de agua helada. No podía creer ni entender que carajos me había acabado de pasar y me preguntaba «¿sera que soy lesbiana?».


En ese momento entraron otras compañeras en toalla y sentí como si lo hubiera dicho en voz alta y ellas hubieran escuchado, me puse roja de la vergüenza y salí de ahí a toda prisa.


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Ahora que estoy libre, sé que no soy lesbiana, pero sí que me gustan las mujeres. Ya no es un problema para mí aceptarlo. En ese momento me reprimía más por lo que llegara a pensar mi exesposo que lo que yo sintiera y eso sí que estuvo mal.


Aún no he besado a ninguna mujer, soy demasiado tímida y torpe para ser la que dé el primer paso, pero si una Marianna se vuelve a aparecer en mi vida, no voy a dudar en probar sus labios y si puedo hasta meterme en su cama.


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Escrito: Alice

masterturgon

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visitas: 1323
Categoria: Lésbicos
Fecha de Publicación: 2023-09-05 11:06:45
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4 Comentarios

@laperri yo era asi, hasta que probe y me dañe jajajajaja. Mentiras, son experiencias muy diferentes, lo adicitvones tenerlas al mismo tiempo con dis personas con las que tengas quimica, eso si que es una droga de la que no salea nunca jajjajaja.


Un abrazo grandote.


Att: Agata

2023-09-23 11:13:26

Uffff me encanta tu relato, no soy lesbiaba pero también tengo un gusto por las mujeres

2023-09-17 13:27:19

Nunca mas en la vida, pero si que abrio puertas esa bella dama para atreverme a experimentar cosas nuevas.


Att: Alice

2023-09-08 12:11:04

Espectacular relato!!!! y no Buscaste nunca mas a la Señora Mariana?

2023-09-07 20:02:32