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El Sr. Perfecto

Empecemos con unas cuantas verdades y una de ella es que no necesitas estar plenamente enamorada para darte cuenta de que si te consigues un hombre que es buen partido y además te puede garantizar una buena vida sin demasiado esfuerzo uno no le da demasiadas vueltas a responder un "sí" como respuesta.


Jorge es muy buen mozo, educado y amable, ni siquiera sé bien cómo fue que terminó enamorándose de mí, que soy una loca medio atravesada, mientras que todo lo que él hace es planeado y cuadriculado.


Es super conservador, de esos que religiosamente van a misa cada domingo y que juran ser los profetas de la moral, que defienden la familia como una institución y aborrecen las ideaciones en la defensa del aborto o cualquier manifestación de amor que no sea heterosexual y menos sino está dentro de la institución del matrimonio.


Nunca tuve la valentía para contarle plenamente lo que yo era realmente y él tampoco es que se preocupara por conocerme de verdad, le bastaba con mantenerme como una reina, darme todo lo que le pidiera y ante cualquier discusión su forma de compensarlo era a punta de viajes y regalos.


Todo iba muy bien, hasta que Pamela, mi mejor amiga de toda la vida que no veía hace años, le dio por aparecer en mi casa sin avisar con una maleta para pasar unos días.


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Pamela y yo juntas somos un desastre, ambas fuimos la primera vez de la otra, si exactamente eso, re-lesbianas durante la adolescencia, pero cuando llegamos a la adultez y pudimos empezar a ir a las discotecas abrimos un poco más nuestros horizontes, probando, eso sí siempre juntas un poco de aquí y de allá.


No tuvimos novio que no nos compartiéramos, no importaba de cuál de las dos fuera. Era algo que sin siquiera hablarlo ya lo sabíamos, casi que por ley esa persona iba a estar con las dos y si era demasiado recatado o solapado, como Jorge, hacíamos planes para que la otra se lo "comiera" mientras la otra se ocultaba en algún lugar para verlo.


Tenerla en mi casa iba a ser un problema porque ella estaba esperando encontrar la misma Cristina de siempre y ahora con esta "nueva vida" me tenía que comportar muy diferente, sobre todo por Jorge, que no aprobaría por nada del mundo esas locuras.


Los primeros días fueron muy tensos, esperaba a toda hora que a Pamela se le saliera algo indebido cada que nos sentábamos a comer, me temblaba todo cuando él le empezaba a preguntar cosas de nuestra época del colegio. Ella apenas se reía, me ponía a sufrir porque siempre le contaba el inicio de todas las historias, pero afortunadamente el final lo cambiaba por uno más decente. Afortunadamente y aunque le molestara, sabía que no se podía entrometer ni dañar, así como así, el estilo de vida que había decido escoger para mí.


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Día tras día, cuando Jorge se iba para el trabajo, hablábamos mucho del tema y ella era incapaz de entender cómo es que había sido capaz de vender mi esencia de esa manera. Cuando los sirvientes de la casa estaban lejos o nos quedábamos solas en una habitación, empezaba ese maldito juego de miradas coquetas, se acariciaba el cuerpo por encima de la ropa y me retaba a que me le tirara encima.


Era como un demonio tentándome a caer y el alma endiablada del pasado encadenada en mi interior empezaba a despertar poco a poco. Era imposible no ceder un poco y caer en sus garras, nos besábamos con pasión y desespero y cuando ya estaba a punto de caer en la cama, daba una vuelta y me alejaba huyendo de ella a un lugar más publico donde no me pudiera atacar.


De una cogía las llaves del carro y la sacaba de la casa con la excusa de ir al mercado a comprar cosas para la casa o algún centro comercial a comprar cualquier cosa con tal de sacarme de ese estado de debilidad. Estaba haciendo con ella justo y exactamente lo que Jorge hacía conmigo.


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La última noche que iba a quedarse antes de regresar a su país me había logrado convencer de contarle a Jorge la verdad sobre mí y ella iba a estar ahí a mi lado para apoyarme y bueno, no solo a mi lado, tal vez encima, adelante o atrás si mi esposo despertaba de ese letargo y papel acartonado y aceptaba pasar la noche con las dos.


De todas las formas posibles tratamos de decirle que queríamos estar solas las dos con él, que teníamos varios planes para hacer juntos. Sin embargo, él seguía obstinado en que nos fuéramos para el bar del club con sus amigos, a tomar unas copas y bailar un poco.


Pam y yo estábamos felices, aún esperábamos poder cumplir nuestro objetivo al llegar a la casa y nos calentábamos más y más con cada ida al baño metiéndonos en los cubículos a hacer de las nuestras.


En un momento de la noche, unas mesas cerca de las nuestras, había un par de manés sentados que se notaba a leguas que eran gay y mi esposo y sus amigos no dejaban de hacerles cara de desagrado. Yo me empezaba a preocupar por lo que fuera a pensar mi esposo cuando le confesara todo y se me bajó toda la emoción.


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Pocas veces pudimos quedarnos sentadas al tiempo en la mesa solas, alguna de las dos siempre estaba bailando, hasta que al fin, quejándonos de dolor en los pies por los tacones, nos dejaron descansar mientras la una le daba un masaje a la otra.


- Cris, ¿cómo estás?


- Bien, bien, me hacía mucha falta rumbear ¿y vos?


- Si también, pero... ¿Algo te pasa yo sé?


- ¿Viste como los miraban?


- Sí, pero no te preocupes que eso es porque está con sus amigos y no puede decir que...


- No Pam, él es así, creo que mejor lo cancelamos


- Cris, te estás ahogando con ese secreto, eso no es vida


Agaché la mirada y traté de evadirla mirando hacia donde estaban ellos, regresándole la sonrisa a Jorge levantando las manos como si estuviera bailando, lanzándole un beso con la mano y diciéndole de forma inaudible un "te amo" y él me lanzo un "te amo" de vuelta.


- Si te amara, te entendería


- Si me ama, no seas así


- No te ama y te lo puedo demostrar, ese hombre no es lo que crees


- Pam, no más


Nos paramos a rumbear y bailar otro rato, pero ella me tomó de la mano y me alejo de ellos hacia la barra para poder hablar otro poco mientras pedíamos otros cocteles.


- Yo sé por qué no me invitaste a tu matrimonio


- Pues porque no estabas en el país


- No, porque no querías cumplir lo que prometimos


- No sé de qué hablas


- Cristina Munera, con Jorge te puedes hacer la idiota, conmigo no --respondió enojada--


- Pam, esas son locuras de adolescente que decíamos sin pensar


- Míreme otra vez a los ojos y repítame lo que acaba de decir


- Pensé que ya había madurado un poco, pero sigues siendo la misma niña que evade todo lo difícil


- No soy ninguna niña y no estoy evadiendo nada, simplemente ya soy una persona diferente


- Si claro tan diferente, que se sigue metiendo en secreto al baño con su mejor amiga a meterse la lengua hasta la garganta y manosearse por todos lados


- Shhhh --le tapé la boca- ¿por qué no lo dices más duro para que toda la discoteca te escuché?


- Cris


- No Pam, no puedo, no esta vez. Jorge no es como el resto de hombres que tuvimos antes


- Jorge es igual que todos los demás y hasta peor, es un solapado que se oculta en ese disfraz de buen ciudadano, pero que lleva toda la noche mirándome con antojo


- Te equivocas


- ¿Apostamos?


- Pues Pamela, es obvio que es hombre y que no es ciego, vos estás demasiado buena como para que no te mire, estás confundiendo las cosas


- La misma gallina de siempre, sacando excusas


- ¿Qué quieres perder?


- Te vas un mes entero de vacaciones a mi casa y no puedes decir que no a nada


- ¿Cómo así que a nada?


- Así, tal cual a nada de nada


- ¿Y si gano?


- ¿Dime tú?


- Nunca más en la vida, vuelves a tocar este tema, ni me vuelves a pedir que haga algo parecido


- Para cumplir eso, tendríamos que dejar de hablar, siempre voy a querer compartirlo TODO contigo


- Tú decides


Me metí entre la multitud y me abrí paso hasta Jorge para abrazarlo, darle un beso y bailar con él convencido del hombre que era. Al rato Pam se apareció a bailar con uno de sus amigos y luego buscó la forma de convencerlo de cambiar de parejas, era inevitable no mirar por encima del hombro de su amigo y ver como ella le coqueteaba descaradamente, pero él le evadía el cuento.


Regresamos a la mesa a tomar los últimos tragos y pagar la cuenta porque ya estaban por cerrar. Ella propuso irnos a rematar a otra disco que era hasta la madrugada, pero ninguno le quiso seguir la corriente. Fuimos al baño todas las mujeres y frente al lavado nos mirábamos por el espejo esperando a que las demás salieran.


- Está bien, acepto la apuesta...


Voltee a darle la mano para cerrar el trato y cuando di la vuelta para salir del baño ella no me quiso soltar, me atrajo, hacía ella como si me fuera a dar un beso ahí delante de las otras mujeres.


- ...pero si quieres probar realmente que tan fiel es tu esposo me vas a ayudar con algo muy pequeño


- Ni lo sueñes... no me vas a usar, no esta vez


- Vos también te morís de la duda y no te voy a pedir nada raro. Solo vas a fingir estar muy borracha, te vas a quedar dormida en el carro de camino a la casa y después...


- ¿y qué?


- ... y cuando te dejemos sola, te vas a levantar y vas a ver a escondidas como me como a tu esposo, igual que lo hacíamos antes


- Eso no va a pasar


- Si claro --sonrío con ironía-- y después, cuando él se acueste a dormir, vas a venir a mi habitación


- Estás loca, si crees que haría eso estando él en la casa


- ¿De repente dejaste de creer en el esposo perfecto?


- Para nada, sé con quién me case


- Yo también, con un solapado de mierda


- ¡Pamela!


- Es verdad y menos de media hora te lo voy a demostrar


Me soltó la mano y salí furiosa del baño, tambaleándome un poco simulando como ella, me pidió estar algo alcoholizada, ya no me podía echar para atrás y también me daba un poco de intriga saber si de verdad Jorge era lo que yo imaginaba o una farsa igual a la mi vida.


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Cuando llegó el Taxi, si Taxi porque los Uber son "ilegales" y a él siempre está del lago de lo legal. Jorge nos ayudó a subir a la silla de atrás, Pam a la izquierda y yo a la derecha detrás de él. Como le prometí, casi al instante me hice la dormida con los ojos entre abiertos mientras ellos no paraban de hablar con el conductor.


- ¿Cierto que sí Cris? --me preguntó--


Al ver que no le respondía se dio la vuelta para voltear a mirarme


- Creo que se quedó dormida --respondió Pam--


Ella le lanzó una mirada sugestiva, inclinándose un poco hacia adelante para coquetear con su escoté y Jorge se dio la vuelta sin prestarle importancia. Casi me estallo de la risa cuando la expresión fría en la cara de Pamela al darse cuenta de que se había equivocado.


Se tiró hacia atrás en el espaldar y se cruzó de brazos con cara de puchero, se dio cuenta de que me estaba riendo y me pellizco con algo de rabia en la mano para que disimulara mejor. Se quedó mirando por la ventana el reflejo de las luces y de la nada se le salió una risita.


Jorge la estaba mirando a través del retrovisor y sí que conozco bien esa maldita mirada coqueta. Maldita sea, de estar convencida de que nada iba a pasar, empecé a pensar lo peor, no podía ser que ella tuviera la razón.


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Cuando llegamos a la casa, seguí en mi papel, casi desmallada de la borrachera como para poder caminar sola. Jorge me cargó igual que en nuestra noche de bodas para entrar a la habitación y me llevó hasta la cama descargándome con mucho cuidado para que no me fuera a despertar.


- ¿Tomó mucho? --le preguntó a Pamela--


- Yo creo que sí... desde que la conozco es mala para beber, cae muerta


- Sí, es verdad, se le puede caer el mundo encima y no se da cuenta


- ¿Ah, sí? ¿Ósea que no se daría cuenta de nada? --dijo ella con tono coqueto--


Él levantó la mirada hacia ella, mirándola directamente al escote, mientras ella se pasaba los dedos por encima y le sonrió.


«¡Maldita sea esta HP, iba a tener razón!» --grité para mis adentros--


Él giró su cabeza como diciéndole que ahí no y fueran a otro lugar. Me colocó una cobija encima, apagó la luz y salieron casi de puntillas ajustando la puerta de la habitación. Me levanté de una como un rayó a hacerme detrás de la puerta para escuchar su conversación.


- ¿A qué horas es tu vuelo?


- A las 10 de la mañana, pero todavía tenemos tiempo


- Tiempo --con tono de duda- ¿de qué?


- Vos sabes de qué, porque toda la noche me has mirado así y yo no soy ciega


No sabía si sentirme enojada y salir a detener de una vez toda esta idiotez, o aprovechar como lo hacía antes y disfrutar satisfaciendo mi morbo.


- Bueno, es que mirar no es ningún pecado ¿no?


- No creo en el pecado


Me apuré a asomarme por la delgada apertura de la puerta y vi como ella se le acercaba, tomaba su mano, se metía dos dedos en su boca para mamarlos y mirarlo coquetamente a los ojos.


- ¿Entonces en qué crees?


- En disfrutar la vida ¿vos no?


Uf maldita sea, esa dualidad, siempre me ha excitado tanto verla a ella en ese momento previo y aunque tenía un poco de rabia con mi esposo, también lo entendía, yo también caería con esa mamacita.


- Me gusta disfrutarla, pero también calcular los riesgos y este es uno muy alto


- Soy buena guardando secretos --pasándose la lengua por los labios-- sobre todo cuando tengo la boca ocupada


Se acercó agarrándose de su cinturón soltando la hebilla lentamente. Él la tomó de las muñecas tratando de detenerla, por un segundo me llené de orgullo pensando que iba a ser capaz de rechazarla... pero también sabía que eso es algo imposible de hacer cuando a Pam se le mete algo a la cabeza.


Se bajó la camisa por los hombros, se sacó el sostén y se dejó caer de rodillas abriéndole la boca, tomando su mano, metiendo de nuevo sus dedos para mamarlos con una cara de placer indescriptible.


- ¿Tienes algo más grande que pueda chupar?


- Ay mujer, en serio esto no está bien. Cris se...


- Ella no va a despertar hasta mañana y los dos lo sabemos


Se levantó en sus rodillas para quedar un poco más arriba, le abrió el pantalón y los bajó con ropa interior y todo. Sonrió al ver su miembro depilado salir y alargarse un poco al salir de su prisión.


- mmm --lo levantó con su mano-- qué afortunada es --dándole un lametazo en las bolas--


Empezó a darle lametazos, meter sus bolas en la boca y subir poco a poco por todo su miembro, llenándolo de saliva mientras lo masturbaba y espero hasta tenerlo completamente duro para darle la primera chupada a su cabeza.


La cara de excitación de Jorge era total y de vez en cuando miraba nervioso hacia nuestra habitación. Ella para que él dejara de estar preocupado y segura de que yo ya estaba viéndolos lo hizo girar un poco para que quedaran de lado.


«¡Maldita perra!» la odio por tener la razón, pero me encanta que no solo lo haga por ganar una promesa, sino porque sabe cuánto lo disfruto. Dejó caer saliva entre sus senos y lo masturbó metiéndolo en medio mientras lo miraba a los ojos con cara de rabia para que follara sus senos, lo soltaba y volvía a metérselo en la boca chupando con desespero y hambre. Chupaba a un lado y luego al otro, como dándome un mensaje de invitación, volteaba a mirar a la puerta, me picaba el ojo y se reía.


Uf sí que me volvía loca con eso, mi sexo se humedeció de inmediato y mi mano se apuró en abrir el pantalón e ir directo a mojar mis dedos rumbo al interior. Estaba muy excitada, me tuve que tapar la boca para no se me fuera a escapar un gemido, pero no me sentía confiada de decirle la verdad de esa forma.


Pam se dio cuenta de que él no iba a tomar para nada la iniciativa, así que lo empujó hasta sentarlo en uno de los muebles, se le montó encima agarrando su miembro apuntando a su sexo.


- Espera, ¿Tienes condones?


- No, no tengo... pero no te preocupes que estoy planificando


¡Maldito! Ni siquiera se lo pensó o se le ocurrió pensar en mí, no me daba tanta rabia que me montara los cachos, sino en que no le preocupara tener sexo seguro con una desconocida. La tomó de la cintura y la dejó caer encima, ella estaba muerta de risa no solo porque lo estaba disfrutando, sino porque me acababa de demostrar en la cara que Jorge no era ningún santo.


Ella empezó a gemir y él de inmediato le tapó la boca para que no me fueran a despertar. Lo desconocía, no la trataba tierno y confiable como a mí, era como si toda esa represión de sexo rudo y furtivo se estuviera liberando. Esa dualidad de nuevo, llena de rabia, pero también excitada porque me gustaría verlo así descontrolado y loco conmigo.


Ella y yo, cuando jugábamos este juego, acostumbrábamos asegurarnos de que el momento fuera para nosotras y no para ellos. Se dio la vuelta y lo cabalgaba dándole la espalda, así también le bloqueaba la vista para que yo pudiera ver mejor. Se apretaba los senos, los pellizcaba y estiraba como si se los estuviera mordiendo, se frotaba su sexo, lo llenaba de saliva, le daba unas cuantas palmaditas y se agarraba de sus bolas para que se lo metiera más y más adentro.


Miraba fijo hacia nuestra habitación, se mordía los labios, miraba hacia su sexo y luego sonreía tocándose en círculos. Maldita sea, estaba que salía corriendo y me tiraba de cabezas en su entrepierna. Se inclinaba hacia atrás y le decía algo al oído, a él se le desfiguraba la cara de placer y ella se moría de la risa.


La empujó al piso, colocándose en cuatro. Ella levantó la mirada y sonrío con maldad cuando lo sintió de rodillas detrás de ella.


- ¿Segura?


- ¡Sí! ¡Hazlo!


Se lo cogió con una mano y muy concentrado se lo acomodó en su trasero. Me pareció raro porque hasta donde la conozco no es que fuera muy fanática del sexo anal. Estaba tan decidida que empujo hacia atrás, levantó la mirada hacia mí y se lo metió hasta el fondo con una cara entre dolor y placer. Lo entendí todo, no solo quería ganar la apuesta, también mostrarme toda la verdad sobre Jorge, bajando del estatus de santo a pervertido.


Ella se agarraba de las patas de la mesa para poder aguantar las embestidas de Jorge, aguantaba el dolor. De perfecto nada, si esto lo hacía con ella, seguro que también con alguna otra. Aguantó tanto como pudo, hasta que lo empujó del torso porque ya le estaba doliendo demasiado.


Pasó su mano hacia atrás y se lo volvió a meter por delante. Él la tomó de la cintura, chupándole el cuello, apretándole los senos con fuerza, dejándole los dedos marcados. Ella gesticulaba con su boca repetidamente un "ven, ven, ven por favor".


Era exactamente lo que me habría gustado hacer, por mí y por ella. Todo el día estuve esperando ese momento y ahora que se podía hacer realidad me sentía paralizada sin saber qué pensar de él.


Pam al ver que no me les iba a unir, se le notó un poco la cara de decepción, ya no lo estaba disfrutando tanto, simplemente quería que terminara de una vez. Empezó a mover en círculos sus caderas y apretar su sexo para masajear su miembro. Él trató de sacarlo, tirándose hacia atrás, pero ella lo siguió.


- Espera, espera


- Adentro, échamelo, adentro


Pam iba por todo, no solo le bastaba con haberme demostrado que hasta aceptó hacerlo sin protección, sino que también el muy HP iba a ser capaz de venirse dentro de una desconocida sin importarle los riesgos.


- ¡Ahhhggggggghhhhhh!


Se agarró de sus caderas y se lo soltó todo adentro de un solo chorro. Ella no dejaba de cabalgarlo buscando sacarle hasta la última gota, hasta que cayó rendido de espaldas al suelo.


Ella se paró de inmediato, recogiendo la ropa y colocándose una mano en su sexo. Volvió a mirar hacia la puerta levantando una ceja, apretando la boca y levantando los hombros como diciendo "lo siento, pero te lo dije" y tenía toda la razón. Gesticulo un "te espero, no te demores". Se inclinó para darle un beso en la mejilla y decirle algo a mi esposo al oído, él sonrió y ella se metió a su cuarto.


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Salí corriendo para la cama y me metí debajo de las cobijas tan rápido como pude. Él llegó al rato de puntillas, se colocó la pijama y se acostó con mucho cuidado de no ir a despertarme. Ni siquiera me abrazó como es costumbre para dormir, me dio la espalda al otro lado de la cama.


Estaba tan decepcionada de él, no podía creerlo, es que si acepto hacer eso con mi mejor amiga, quién sabe con cuantas otras mujeres ha estado y yo de idiota creyendo en él.


En pocos minutos cayó dormido y empezó a roncar. Me escabullí con cuidado de no ir a despertarlo. Al entrar a la habitación de Pam la encuentro acostado con los pies hacia arriba apoyados en la pared.


- ¿Qué haces? --me causó gracia--


- ¿Acaso no lo recuerdas? ¿Te guardé tu parte?


- Estás loca


Me acosté boca arriba en la cama, ella montó su sexo en mi cara separando los labios externos dejando caer el semen en mi boca, mientras que yo saboreaba su sexo, ella me bajaba con prisa los jeans y metía su boca tibia en mi sexo y su lengua buscaba el camino a mi interior.


Casi al instante mi orgasmo llegó, con ella es imposible aguantar de más. No pudimos contener la risa y ella no dejo de besarme mi sexo con ternura y cuidado.


- Cris, no te quería hacer daño, solo quería quitarte esa venda de los ojos


- No te preocupes Pam, a veces nos hacemos los ciegos cuando no queremos ver algo


- Y lo siento si es muy pronto para decirlo, pero gané la apuesta y necesito que empaques para que te vayas conmigo


- No hace falta que lo digas, después de esto no es que tenga muchas ganas de quedarme en esta casa llena de mentiras, prefiero las verdades de frente


Pam entendió perfectamente. Se dio la vuelta quedando con sus ojos alineados con los míos, sonriendo encantada porque sabía que estaba hablando de ella. Me dio un fuerte abrazo, seguido de un tierno, delicado y amoroso beso.


- ¡Gracias!


Fueron las únicas palabras que alcancé a decirle antes de que se abriera la puerta de repente y Jorge nos descubriera.


- ¡¿Qué es esto Cristina?!


- ¡Que asco! ¿Ustedes dos...?


Me paré de la cama, subiéndome los pantalones, mientras que Pam se vestía y metía a toda prisa el resto de ropa que tenía aún en el closet en su maleta.


- A ver Jorge... me acabas de montar los cachos con mi --señalándome el pecho-- mejor amiga ¿y te crees con el derecho de reclamarme por algo? ¡No jodas! ¡Conchudo!


- ¿Acaso vos no estabas dormida?


- ¿Acaso no se supone que vos una persona que se las da de perfecto y que nunca haría algo como eso? ¿Acaso no se supone que eras mi esposo fiel hasta la muerte?


- Ósea que me montaste una trampa


- ¡No idiota! --me pegué en la frente-- todavía no lo entiendes, ese HP ego no te deja ver más allá de la nariz


- Cris, perdóname, fue algo de borrachera, pero te prometo que no vuelve a pasar


- Ni siquiera tienes las güevas para aceptarlo Jorge ¿ni eso? ¡Qué decepción!


- Cristina, espera...


- No Jorge, acá se acaba todo, porque yo si no aguanto más tratando de ocultar lo que de verdad soy, ¡me encantan las mujeres! ¡Si HP por fin lo dije! ¡ME ENCANTAN!


Jorge se quedó mirándome pasmado mientras tomaba a Pamela de la cintura y le daba un apasionado y exagerado beso, apretando con fuerza de las nalgas.


- ¿Por qué nunca me lo dijiste?


- Exactamente por la cara de asco que tienes, porque no lo entenderías, porque te encanta vivir en una mentira y tapar todos los problemas con cosas superficiales en lugar de solucionarlos


Tomé de la mano a Pam para salir de ahí y me detuvo agarrándome con fuerza del brazo.


- ¿A dónde crees que vas? ¿Qué le voy a decir a la gente?


- ¿A la gente? ¿Te preocupan más los del club y el que dirán por qué te separaste? --me golpee una vez más en la frente-- ¡Ay Dios!, lléname de paciencia


- No, no, quiero decir es que... no te vayas... podemos hablarlo


Pamela no se aguantó la risa, eso había sonado demasiado falso y desesperado. No podía ser más claro que le preocupaba más guardar las apariencias que cualquier cosa.


Caminé hasta la habitación con él detrás siguiendo mis pasos de cerca. Saqué mis documentos del closet, junto con la Visa y el pasaporte, me los metí en el bolsillo de atrás del Jean.


- Fácil, les puedes decir que me fui de viaje a Europa y me morí en un accidente, igual, ni vos ni ellos me van a volver a ver


- No Cris, hablemos


- No hay nada que hablar Jorge, esta soy yo, esta es la verdadera Cristina. Te pedí mil veces que solo estuviéramos los tres porque te lo quería contar de otra forma y si te animabas hasta estar los tres juntos... pero no, decidiste como siempre no escucharme, decidir que solo tus planes son los que valen la pena y esconderte en esa realidad de ficción en la que vives


- Cristina... de verdad...


- ¿Verdad? Con vos no hay ninguna verdad, vivís en un mundo de mentira. Espero que te vaya bien en la vida y tengas el final de Disney que tanto anhelas


Pam esta vez fue la que me tomó de la mano y me dio la fuerza para salir de una vez de ese lugar. Tomamos el primer Taxi que vimos en la calle y me derrumbé en su hombro llorando como una magdalena.


- Acá estoy y estaré para ti, no te preocupes por nada mi vida que el mundo no se acabó, al contrario, empieza


Nos bajamos del Taxi y en toda la entrada, ella me secó las lágrimas, me dio un fuerte abrazo y un beso. Hacía demasiado tiempo que no me sentía tan libre sin que me importara que iban a pensar los demás.


Compramos otro tiquete para mí y no les niego que tenía la ilusión de que al menos Jorge apareciera para despedirse, pero ni eso. Terminó por reafirmar mis convicciones, no le importaba más que para ser la perfecta esposa pantalla.


Ahora vivo en España con la persona que toda la vida me ha querido y entendido tal como soy, con Pam, con la que puedo ser libre, con la que puedo ser yo completamente. Con la que si me da la gana puedo decirle que quiero salir a buscar un hombre para pasar la noche con él y no hay lío, con la que si se nos antoja salimos a buscar aventura de vez en cuando y llevar a alguien a nuestra cama... o como la vez que fuimos de vacaciones a Italia y terminamos en una habitación con una pareja de hombres... pero esa, es otra historia.


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Escrito: Cristina

Edición: Ágata

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visitas: 1318
Categoria: Lésbicos
Fecha de Publicación: 2023-10-05 15:59:58
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2 Comentarios

Que buen relato, buenos detalles, muy envolvente, por un momento espere otro final, pero me alegro este.

2023-10-11 12:02:20

Super tu relato.. felicidades porr esa valentía y por qué ahora eres libre y feliz

2023-10-07 08:07:23