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Corazones Gemelos - Capítulo 04

Capítulo 4.

 

 Tras compartir ese último momento íntimo de placer, mutuo en esta ocasión, me atrevería a decir que ambos, tanto mi hermana gemela Alejandra como yo, disfrutamos saciando nuestro deseo con la desnudez del otro, lastimosamente, no hemos podido repetir o tan siquiera emular el más mínimo ápice de pasión que desenfrenadamente nos ocupó la tarde del viernes.

 

Este fin de semana ha transcurrido sin ninguna anomalía digna de mención y en la introspectiva que desarrollé durante todo el sábado y la mañana del domingo, a falta de alguna situación que me hiciera sentir tan vivo, le atribuí la carente intención de reiteración sexual a un cúmulo de factores entrelazados, en primera instancia, la presencia de nuestros padres estos dos días, además de mi debida recuperación tras las lesiones recibidas en la pelea (rehabilitación que estaría gustoso de rechazar en pro de volver a sentir el roce íntimo de Alejandra) y por último, la vergüenza que he notado en el rostro de mi hermana las contadas veces que nos cruzamos de frente, y es que, a pesar de que ella expide un aura de confianza y seguridad en el general de las situaciones, en privado y solo conmigo, siempre ha sido muy penosa y algo tímida, adoptando muchas veces una actitud infantil contrastando con la madurez de sus rasgos y atributos.

 

Por un tiempo no le di gran importancia a la situación, aunque me carcomieran las intenciones de mi libido.

 

El problema estuvo durante la jornada del lunes, ya que, si han leído con cuidado hasta este punto, puede que ya me conozcan lo suficiente como para saber que mi baja autoestima suele jugarme muy en contra en la mayoría de las ocasiones, guiándome maliciosamente por un complicado camino de autosabotaje y justamente esto ocurrió al regresar a clase el lunes en la mañana y encontrarme con miles de problemas dentro de la institución.

 

Me había convertido en el centro de los chismes de los alumnos de todos los grados. Cada versión que escuchaba sobre los motivos que me impulsaron a actuar tan agresivamente en contra de Martín y su dichoso grupo eran cada vez peores, y no me dejaban precisamente en una buena posición en medio del relato.

 

La verdad, no me quiero extender mucho en este punto para darle paso a la exquisita experiencia nocturna de ese día, solo debo decirles que la actitud de mis "compañeros" y la llamada a mis padres por parte del colegio para informar sobre el inicio de mi matrícula condicional como resultado de mi "temperamento voluble" me hizo desear con todas mis fuerzas que esos últimos días previos a la graduación se terminaran lo más pronto posible.

 

En general, durante todo el día, los complicados acontecimientos me obligaron a refugiarme una vez más en mis pensamientos y allí es cuando mi endemoniada voz interna que me denigra constantemente comenzó su monólogo:

 

- ¿Y si fue un error?

- ¿Y si realmente lo que hicimos no le gustó a mi hermana?

- ¿Y si ahora me odia por eso?

- ¿Qué he hecho?

 

Esos pensamientos no se acallaron ni siquiera cuando regresé a mi taller donde usualmente se asfixiaba esa voz. Me pasé toda la tarde en frente del torno procrastinando y dándole vueltas en la cabeza a la lasciva actuación que ambos habíamos dado en la mesa de al lado.

 

- ¿Pero por qué lo hizo entonces? - me pregunté tratando de vislumbrar un rayo de esperanza -. Yo no la obligué, ella fue la que empezó.

 

Tras un largo rato, discerní que era un problema al que no le encontraría respuesta solo.

 

Me dispuse a hablar con la otra implicada en cuestión y alguien mucho más indicada que yo para darle solución a enigmas.

 

Al salir del taller, noté que el tiempo se había ido volando nuevamente y que ya era cerca de la media noche, por alguna razón que supe mucho después, mis padres no estaban en casa, por lo que intuí que sería el momento perfecto para hablar libremente con mi hermana sobre lo que nos compete.

 

Subí las escaleras esperando encontrarla aún despierta, pero como si se tratara de un Déjà vu, nuevamente vi su puerta cerrada con un haz de luz proyectándose por debajo de esta, de inmediato mi mente rememoró la noche en que la espíe mientras se autosatisfacía, y tal como sucedió aquella vez, mi corazón comenzó a latir como si estuviera en plena maratón.

 

Me planté frente al pórtico, pero esta vez no quería solo observar furtivamente, me estaba convirtiendo en un codicioso, por lo que me atreví a abrir lentamente la perilla de la puerta y para mi sorpresa, giró sin ningún problema, ¿podía ser que se le haya olvidado asegurarla?

 

Con extremo cuidado la fui deslizando sin afán y escudriñando todo lo que podía ir ingresando en mi rango de visión a medida que el espacio visible se hacía cada vez más grande.

 

Y así como mis más lujuriosos pensamientos lo desearon, la observé acostada en mitad de la cama, tal como sus gemidos me hicieron creer que estaría.

 

Sudorosa, agitada, excitada y hermosa; nuevamente vestía un tipo de top, esta vez no era deportivo, parecía más bien una muy corta blusa blanca de tirantes que dejaba a la vista la espléndida visual de su prominente escote, su suave y porcelánico abdomen junto con sus delicados hombros lisos, también empleaba un camisón de pijama blanco, pero que con la agitación de su nocturna urgencia lo hizo estar a medio poner en el ecuador de sus brazos, brazos que dirigían un par de femeninas manos a escudriñar meticulosamente su propio interior genital bajo un muy sensual short de tela que solo cubría la mitad de su culo, pues estaba a medio sacar debelando su empapado pubis.

 

Por suerte, el ruido de sus abusivos gemidos y al estar inmersa en su propio placer, le impidieron notar mi presencia. Aunque yo iba solo con la simple intención de hablar, al presenciar la curvada silueta de mi hermana exponiendo la mayoría de sus partes íntimas, generó tremendo lío en mi entrepierna.

 

Quise ser prudente previniendo que mis oscuros deseos nublaran por completo mi juicio y me detuve por un segundo a razonar si estaba bien interrumpir su idilio, al final llegué a la siguiente conclusión:

 

- Peor era no intentarlo. Si me rechaza, realmente no empeorará mucho nuestra relación actual y su entrada a la universidad en un par de meses reduciría nuestro contacto, por otro lado, si absurdamente ella me acepta, no solo recuperaré a mi hermana, con ella obtendría a una compañera que comparta el pecado de nuestro aberrante amor, pues confirmaré que no soy únicamente yo quien está anhelando lo prohibido.

 

Dicho esto, decidido con el camino que me atrevería a transitar, invadí su lecho y me acomodé junto a ella, se sobresaltó un poco (cualquiera lo habría hecho) pero al vernos directamente a los ojos pareció comprender completamente todas mis dudas, preguntas y decisiones, mientras que yo sentí las barreras que me impedían expresarle todo mi cariño esfumarse, pues ella no me había rechazado, en vez de eso, se dio un cuarto de vuelta para proseguir con sus labores de auto placer mientras exponía su culo provocativamente hacia mí.

 

Tímidamente, me acerqué a su espalda aun creyendo que en cualquier momento me expulsaría de su habitación. La abracé por la cintura más que nada para confirmar su conformidad con mi presencia, su cuerpo se estremeció un poco con mi contacto, pero no se quejó, continuó y yo adquirí el poco valor que me hacía falta para sucumbir a mi deseo inmoral.

 

Crucé un brazo por debajo de ella y le agarré el seno derecho por encima de la blusa, mientras que con la mano izquierda fui recorriendo la piel desnuda de su pierna, hasta pasar por su muslo y detenerme en las inmediaciones de su ingle. 

 

Tocar la piel desnuda de mi hermana en definitiva es la mejor sensación que el estar vivo puede ofrecer, mis manos estaban heladas por los nervios, pero al roce con su superficie, todo mi cuerpo se encendió como si le hubiera rociado combustible a una fogata.

 

Vi las eróticas expresiones en su agitado rostro y se me ocurrió devolverle la vergüenza de la última vez.

 

- ¿Te excita que te toque tu hermano?

 

Esa frase, aunque no tuvo respuesta verbal, género en ella un sonoro gemido que, si hubieran estado nuestros padres en casa, seguramente los habría despertado. Esa clase de reacciones me agitaban aún más y tuve el atrevimiento de subirle la blusa por encima de las tetas, dejándolas completamente expuestas, un par de pezones oscuros extremadamente punzantes acompañados por un conjunto de pequeñas glándulas mamarias parecían estar a punto de salirse de su cuerpo gracias a la excitación que estaba experimentando.

 

Comencé a jugar con ambos senos, apretándolos y jalándolos al unísono, y de forma intercalada, mientras jalaba uno hacia abajo, alzaba el otro entusiasmado por los jadeos que provocaba cada movimiento de esas jugosas ubres en su voz.

 

Debo admitir que los trate con un poco de rudeza, pues nunca había tenido la oportunidad de palpar unos, menos de tan absurdo tamaño, mis manos que son realmente grandes eran rebosadas por cada pecho, el que sobresalieran de ellas al apretarlos incentivo mi verga a salir de mi pantalón y unirse a la fiesta.

 

Nuestros aromas entrelazándose atrajeron una de mis manos a su entrepierna y mientras punzaba su trasero con mi pene erecto y jalaba agresivamente uno de sus pezones, invadí su vagina y relevé de la labor a sus manos.

 

-espera, me estás tocando en muchas partes - esas palabras me hicieron recordar que tal como yo, esa era su primera experiencia -. Ve más despacio, estoy casi a mi límite.

 

Escuchar eso fue como un hechizo que desenfrenó el animal de mi interior, con mayor ímpetu penetré sus paredes vaginales, ahora con dos dedos mientras devoraba su largo y desnudo cuello color leche con mi boca, viajé por toda su longitud con mi lengua y recogí en ella el sudor que la emoción la estaba haciendo desprender, y es que no era el único lugar húmedo entre nuestros cuerpos, sus shorts estaban completamente empapados, pues de su suave coño se estaban derramando cantidades absurdas de líquidos.

 

- ¡Espera! Me voy a venir, ¡en serio, espera!

 

Sus ruegos no me detuvieron, ya que las palabras que salían de su boca se contradecían con el movimiento de sus caderas que buscaban constantemente el cariño de mis dedos.

 

De su aliento se desprendió un vaporcito que me incitó a alcanzarlo con mi lengua, pero por la posición de nuestros cuerpos únicamente pude alcanzar su oreja, penetré su oído con la punta de mi lengua y solo eso bastó para desencadenar en ella un orgasmo que expulsó de sí, litros y litros de líquidos vaginales.

 

Sentí por todo mi cuerpo el entumecimiento seguido por los múltiples espasmos del suyo, al estar tan abrazados era imposible no movernos al unísono.

 

Me excitó mucho ver sus ojos virados para atrás y su boca tratando de recobrar el aliento perdido, levanté mi mano y le mostré el desastre que su entrepierna había causado en ella.

 

- Aún se escurren tus jugos hermanita - le comenté con voz seductora en el oído.

 

- Más, quiero más- dijo faltándole el aire.

 

Mi cuerpo se movió por impulso, solo y en automático; como si una fuerza sobrehumana atrajera mi boca a la de ella.

 

Aunque ella aún estaba recobrando el aliento tras la frenética faena, no tuve misericordia con su estado mental y ocupé cada rincón del interior de su boca con mi lengua, jamás había besado a alguien y creería que a pesar de su increíble belleza mi hermana tampoco, o al menos nunca había experimentado un beso igual.

 

Nos conectamos... la verdad no sé durante cuanto tiempo, pareció efímero y a la vez eterno. Nuestras lenguas se perseguían mutuamente y se entrelazaban, trazaban surcos y ángulos rectos dentro de su boca, luchaban y se abrazaban en la mía, y por último se despidieron anhelándose aún tras haber separado nuestras bocas al faltarnos el aire a ambos.

 

La intensidad del beso nos hizo bufar unos momentos arrebatándonos el oxígeno en la cercanía de nuestras bocas, al final la humedad en nuestros rostros se comparaba a la que nuevamente se estaba formando en la ingle de mi hermana.

 

Increíblemente, ella recuperó el aliento antes que yo, por lo que, sin pudor, se volteó hasta que quedamos de frente y tomando los bordes de mi cuello, me jaló hacia ella volviendo a conectar nuestras jadeantes bocas.

 

Sus manos recorrían la totalidad de mi cuerpo mientras las mías se detuvieron en su descomunal trasero, sosteniéndolo como si este se pudiera escapar de su sitio.

 

Numerosos besos se repitieron uno tras otro y nuestras lenguas se conocían una y otra vez dentro y fuera de nuestras bocas.

 

- Es... un... privilegio... tocarte... Ale - le expresé en los intermedios de descanso de nuestros cuerpos.

 

- Quiero... que me... toques más... Alex - respondió igual de agitada que yo.

 

Para ese punto mi hermana había renunciado a cualquier responsabilidad de placer consigo misma y me había encomendado tan exquisita labor.

 

Guié su cuerpo hasta nuevamente darle la vuelta y poner su espalda contra mi pecho, sin importar el cambio de posición, seguimos besándonos, cosa que no habría sido posible si no compartiéramos una altura similar.

 

Una vez más, mis manos buscaron sus tetas y coño respectivamente, y aunque las suyas no pudieron brindarme placer, no le di mayor importancia, pues me había decidido a ser quien le brindara placer a ella en compensación por haber sido el único que lo recibió en nuestro anterior encuentro.

 

La mano a la que le había encargado la misión de satisfacer su vagina comenzó a trazar líneas horizontales por encima de su clítoris, pero al pasar mi mano por debajo de su entrepierna, los demás dedos, recogidos, aplicaban el mismo roce entre sus labios exteriores generando un sonido encharcado abajo, y gutural de placer arriba.

 

El éxtasis comenzó a recorrer su cuerpo de tal manera que arrojó su cabeza para atrás de imprevisto y logró golpear la mía, la excitación del momento nos evitó prestarle atención al dolor e ignoramos ese principiante gesto de inexperiencia.

 

De alguna forma nuestro entrelazamiento físico de piernas, brazos y lenguas, nos llevaron a estar nuevamente de frente y con ello la oportunidad de que Alejandra agarrara mi verga mientras yo penetraba su vagina con mis manos.

 

Nos besamos un poco, pero rápidamente descubrimos que era más erótico vernos frente a frente y presenciar la respiración agitada del otro cada que nos proferíamos placer mutuamente.

 

Y como si de una competencia se tratara, ambos intuimos que ganaría quien hiciera venir primero al otro (¿ganar qué? Quién sabe, no nos importaba) ella frotaba el doble de rápido mi pene de lo que yo introducía mis dedos a través de la calurosa carnosidad de su interior, por un momento consideré mi derrota, pues ella se había ensañado en mi glande desnudo y si no fuera porque estábamos bañados en la mezcla de nuestro sudor, saliva y otros fluidos sexuales, me habría dolido demasiado su forma de pulir la cabeza de mi pene, al contrario, estaba siendo una sensación extremadamente placentera que me hizo casi perder en el éxtasis.

 

- ¿Qué pasa hermanito? ¿Te rindes? Hace rato que tus dedos se quedaron quietos dentro de mí.

 

El tono de burla y su expresión presuntuosa de victoria me dieron nuevas energías, por lo que me abalance sobre sus tetas mientras que reanudaba la estimulación de su coño, esta vez rascando las rugosidades de sus paredes vaginales hasta casi palpar su útero. 

 

Sin concesiones a sus ruegos y gemidos, devoré sus senos, introduje sus pezones, areolas y parte de los pechos mismos en mi boca y los succioné con intensidad, alentándolos con rápidos lengüetazos que tocaban fugazmente la punta de sus pezones parados cada que mi lengua ondulaba sobre ellos.

 

Poco a poco fui sintiendo como su vagina asfixiaba mis dedos chupándolos como si fuera una pequeña boca, por lo que culminé mi ataque con un leve mordisco a ambas tetas, al mismo tiempo jalándolas hacia atrás arrancando de su dueña un alarido de placer que ningún elemento pornográfico habría podido emular.

 

- 2 a 0 hermanita y no estoy satisfecho - le mencioné inútilmente, pues creo que no me escuchó por el orgásmico trance.

Continuará... 




Nuevamente, les agradezco su tiempo y los invito a estar pendiente de esta historia, ya que el camino de esos dos apenas está iniciando.

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Una vez más, mucha gracia por disfrutar la historia.



Lujurian

Soy hombre heterosexual

visitas: 208
Categoria: Amor filial
Fecha de Publicación: 2024-05-08 13:40:14
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